martes, 1 de marzo de 2022

Diario reflexivo: el selfie extremo y el peligro de los filtros

El 10 de febrero comenzamos con la asignatura de Educación Plástica en la Educación Primaria y se nos habló someramente de los selfies extremos y también del impacto que tienen los filtros que puedes encontrar en las redes sociales, por lo que he investigado acerca del efecto que tienen estos últimos en la salud mental de la juventud. Desde su creación, a inicios de los 2000, su éxito no ha hecho más que ir en auge, pero para tratar este tema, me centraré exclusivamente en Instagram.

Instagram es una plataforma social de compartición en línea de fotografías activa desde el año 2010, creada por Kevin Systrom y Mike Krieger (Ramos, J. 2015). Actualmente, tiene un aproximado de mil millones de usuarios, lo que la hace la tercera red social más popular en el mundo, por detrás de Facebook y Youtube. Las personas que más consumen esta red social son los adolescentes y los jóvenes, siendo los usuarios más activos los situados en el bloque entre 18 y 24 años de edad. Es extremadamente raro encontrar a una persona de esta edad que no tenga un perfil de Instagram, e incluso, muchos de estos individuos son increpados y tachados como “bichos raros” cuando se muestran en la negativa de crear un perfil en dicha red. A día de hoy, son unos de los principales medios de comunicación, pero tiene la peculiaridad de que la comunicación que se puede establecer gracias a las redes sociales es bidireccional: tú consumes y recibes muchísima información, pero también participas en la compartición de la misma. Asimismo, a pesar de la cantidad de datos a los que se puede acceder gracias a Instagram, esto no siempre es bueno sino que, en mi opinión, en muchas ocasiones puede resultar nocivo para la salud mental y, en casos más extremos, también para la física.

Antes de que existieran las redes sociales, la moda y los cánones de belleza estaban marcados por lo que llevaban y hacían los actores y los modelos en las pasarelas. Esta información llegaba al público mediante las revistas de moda y los programas televisivos centrados en esta temática: eras tú quien elegía si deseaba verlo o no. No obstante, con la creación y la extensión del uso de las redes sociales ya no existe elección; por mucho que escapes de este tipo de contenidos que pretenden mostrar la manera “correcta” de ser guapo o guapa─estéticamente hablando─, siempre va a encontrar al usuario y hacer que se cuestione si es lo suficientemente atractivo, o si tiene el suficiente estilo como para encajar en la sociedad.

Una persona adulta, con un nivel adecuado de autoestima, no encontrará problemas a la hora de afrontar esas repentinas dudas que surgen, sin embargo, un adolescente, con una personalidad todavía en ciernes, puede que al hallar este tipo de publicaciones no tenga la suficiente experiencia y madurez como para poder leer dichos contenidos sin poner en peligro su amor propio; y es que una de las problemáticas que surge a partir del uso activo de esta aplicación a una temprana edad es el impacto que tiene en la autoestima; ya no solo por el contenido que pueda llegar a leer, sino porque ahora el usuario percibe muchos referentesde vidas o de personasque necesita alcanzar y mostrar al resto de sus seguidores para recibir la aceptación y admiración de otros usuarios, mediante comentarios, likes, visitas al perfil… Es tal el impacto que puede llegar a tener esta red social, que muchas de estas publicaciones terminan por estar muy alejadas de su vida real (Garzón Clemente, R, León Laredo, K. M, & Trejo Garzón, S. 2019).

Dentro de estas publicaciones, sobre todo con los selfies o autorretratos, el usuario quiere presentarse de cierta manera en las redes: guapo, sexy, amable, tierno… Y los filtros pueden ayudar a reforzar esa idea de lo que queremos ser. Lo que antes se retocaba con Photoshop y con profundos conocimientos sobre la aplicación y su funcionamiento, ahora puede ser arreglado con filtros que suavizan tus facciones, que las resaltan o que simplemente, las modifican y las ajustan a los estándares de belleza eurocéntricos. No obstante, el uso continuo y prolongado de este tipo de herramientas puede producir que nuestra estima se reduzca considerablemente cuando no estamos usando los filtros, como arrojó un estudio realizado por Sabando en 2017, donde, de 100 jóvenes que participaron en el experimento, un 28% confesó que no les gusta mostrarse sin filtros, pues se sienten inseguros, por lo que acudían a ellos para poder sentirse mejor consigo mismos y su imagen, así como un 14% los utilizaban para sentirse más atractivos y conseguir una mayor validación por parte de sus seguidores. Además, se ha visto que en las clínicas de cirugía estética, muchos de los pacientes ya no van reclamando la nariz de cierta celebridad, o los labios de cualquier otra persona famosa, sino que muchas personas simplemente muestran imágenes de ellos mismos con filtros que modifican las facciones. 

En mi opinión, resulta hasta peligroso utilizar filtros, porque, en definitiva, estás dando una imagen de ti mismo que no corresponde con la realidad; quizá nos observamos en la foto y nos vanagloriamos de lo atractivos que salimos en ella, pero al echar un vistazo al reflejo del espejo, pronto te darás cuenta de que esa no es la misma cara que la que veías en el selfie. Las redes sociales nos obligan a encajar en un cierto canon estético, pero al fin y al cabo, la belleza se encuentra en la originalidad; en lo distinto. Si todos tuviéramos los ojos de color claro, la nariz pequeña y respingona o la cara tan suave y tersa como la de un bebé, no habría nada de especial en ninguno de nosotros. Hay diversidad de facciones, y no todo el mundo opinará que son bonitas, pero reflejan la individualidad humana. Rehuir de ella sería rehuir también de nuestras raíces, pues al fin y al cabo, nuestro físico es el resultado de años y años de herencia genética. 

Nuestro cuerpo es solo un recipiente; lo importante está en tu personalidad, tus ideas y tus opiniones, por lo que, en una sociedad tan superficial como es la nuestra, hemos de aprender a querer y aceptar nuestro cuerpo sea como sea: la belleza y la juventud son efímeras, debemos prestarle una mayor importancia a vivir, y no a cómo lucimos, porque de lo contrario, no estarás viviendo todas las experiencias y sensaciones que podrías porque estás prestándole atención a algo tan banal como es la belleza.

En conclusión, creo que el uso excesivo de filtros puede trastocar seriamente tu percepción de ti mismo, por lo que es preferible aceptarnos tal y como somos, independientemente de los “defectos” que podamos tener.

  • Referencias bibliográficas:
Ramos, J. (2015). Instagram para empresas. XinXii.

Garzón Clemente, R., León Laredo, K. M., & Trejo Garzón, S. (2019). EL IMPACTO DEL USO DE LA RED SOCIAL INSTAGRAM EN LA AUTOESTIMA DEL ESTUDIANTE ADOLESCENTE.

Sabando, D (2017). Análisis de los estereotipos comunicacionales del selfie en la red social Instagram en las jóvenes de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de Guayaquil.

Torres Ferrando, L. (2020). ¿Cómo afectan los filtros de Instagram a la autoestima de los jóvenes?

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