The Corridor es un lienzo pintado al óleo de 1950 realizado por la artista portuguesa María Helena Vieira Da Silva. Es un cuadro rectangular de 648 × 911 mm que fue comprado en 1953 por el Museo Nacional Británico de Arte Moderno, más conocido como el Museo TATE. No obstante, actualmente no está en exhibición.
Lo que más me llamó la atención de esta obra fue su abstracción y a su vez, lo tétrica que me resulta. Es profundamente abstracta porque no tiene apenas similitud con un paisaje o un espacio de la vida real, sin embargo, se puede ver que intenta imitar un pasillo. Asimismo, aunque a simple vista parezca un pasillo más, hay ciertos detalles un tanto sombríos que hacen que el cuadro tome connotaciones relacionadas con el arte de lo sublime.
Objetivamente hablando, lo que encontramos cuando observamos este cuadro es la representación abstracta de un pasillo mediante una composición geométrica que se extiende a lo largo de todo el cuadro. Dentro de esta composición, vemos líneas que forman cuadrados, rectángulos triángulos y rombos; únicas figuras en el cuadro. Es obvio que la línea juega un papel fundamental frente al color, que también hace presencia en la obra, pero de manera secundaria. Principalmente, vemos tonalidades pálidas en grises, beige y ocres; no obstante, si nos fijamos más en detalle, podemos ver variaciones de color que se salen de esta estructura geométrica y que parecen asemejar sombras, así como hay líneas de mayor fuerza y un color más oscuro que rompen la armonía y la serenidad en el cuadro. Este pasillo en cuestión, está representado de un modo en el que parezca que no tiene fin, ya que los cuadrados se vuelven cada vez más pequeños, haciendo que se cree una sensación de profundidad que termina por hacer que el ojo la perciba como interminable.
Léger, F. (1921) Tres mujeres. |
Analizando esta obra de forma técnica, podemos ver que se inscribe dentro del paisajismo abstracto, estilo habitual de la artista y apreciable en este cuadro por la representación de un cierto paisaje con motivos y formas propias de la abstracción. Vieira Da Silva encuentra sus referentes en la cultura popular portuguesa, reflejada en elementos como los paisajes y la creación de mosaicos, así como también aplica las expresiones y las formas del arte moderno francés. Asimismo, en esta obra, perteneciente a su etapa temprana, se fija mucho en los métodos y las obras de Cézanne. Del mismo modo, se puede percibir una obvia obsesión por los espacios y la forma de representarlos, al igual que el pintor postimpresionista. Además, durante esta etapa, mezcla motivos del cubismo─presente en la constante utilización de figuras geométricas─, el futurismo─exceso y repetición de líneas y formas, intención de movimiento─y el constructivismo─cuadros construidos con formas geométricas muy definidas─.
María Helena Vieira Da Silva encuentra sus principales influencias en el cubista Fernand Léger, quien le impartió clase y, a partir de 1930, del grupo artístico denominado como Cercle et Carré, que buscaba promover la abstracción geométrica. Cabe destacar que es considerada una de las artistas portuguesas más influyentes del arte moderno y de la abstracción, habiendo sido galardonada con numerosos reconocimientos internacionales, así como su obra se ha extendido y ha llegado a grandes museos y exposiciones en países como Alemania, Italia, Portugal, España y Francia.
Analizando connotativamente la obra, podemos ver como se pretende representar un pasillo que poco a poco va deformándose e inclinándose levemente a la derecha provocado por la selección de figuras: las estructuras rectas se forman con cuadrados y rectángulos, mientras que en estas deformaciones que podemos apreciar, se crean principalmente con rombos. Asimismo, se observan zonas más oscuras de formas menos definidas que, desde mi punto de vista, representan sombras de personas. Personalmente, creo que aquí Vieira Da Silva quiso representar mediante un determinado paisaje el sentimiento de la ansiedad.
Creo que todos, en algún momento de nuestra vida, hemos tenido que cruzar un pasillo muy largo que nos daba mucho miedo por alguna razón, sobre todo durante la infancia. Yo, personalmente, cuando era más pequeña solía tener una pesadilla recurrente donde tenía que avanzar por un pasillo que nunca parecía tener fin. En ese sueño, nunca ocurría nada malo, pero el hecho de no encontrar el final y de no saber si estaba sola, hacía que, cada vez que tenía esa pesadilla, me despertara en un estado de intranquilidad y agitación muy intensa. Este cuadro precisamente me recuerda a ese miedo y esa angustia que producen estos espacios. Así mismo, las sombras, los cambios bruscos de color y el no poder percibir el final hacen precisamente que este sentimiento se acentúe.
En conclusión, a pesar de que a simple vista parezca un cuadro sin ningún sentido o profundidad, como le ocurre a la mayoría de personas con las obras abstractas, en el fondo si haces el esfuerzo de realmente mirarla e intentar procesar realmente lo que te suscita, acabas por determinar que es una obra con un sentido muy profundo que te puede llegar a evocar una serie de sensaciones ciertamente inusuales para una obra de arte, como es la ansiedad. En definitiva, es una obra que debería volver a estar en exposición, ya que el arte es algo que debe transmitir sensaciones, y este cuadro lo consigue sublimemente.
Referencias bibliográficas
Vieira Da Silva, M. H. (1950). The Corridor [Cuadro]. TATE. https://www.tate.org.uk/art/artworks/vieira-da-silva-the-corridor-n06189
Triado Tur, J. R, Pendas García, M, & Triado Subirana, X. (2015). Historia del Arte. Vicens Vives.
Advisor, T. (2020). María Helena Vieira da Silva. P55.ART. https://www.p55.art/es/blogs/p55-magazine/maria-helena-vieira-da-silva
Léger, F. (1921). Tres mujeres [Cuadro]. MoMA. https://historia-arte.com/obras/tres-mujeres-de-leger
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