Durante la clase del jueves 24 de febrero, estuvimos viendo los movimientos artísticos más populares en Europa durante el siglo XX, así como explicamos sus características generales y algunos de los autores más destacados; además de sus precedentes. En un momento de la sesión, al estar hablando de Füssli, se dijo algo acerca de las pesadillas, y aunque no tiene nada que ver con el artista del que estábamos hablando, gracias a la palabra pesadilla me acordé de un vídeo que vi hace no mucho tiempo acerca de un autor que, como inspiración, en muchas de sus obras retrataba los turbulentos sueños que tenía.
El autor en cuestión es Zdzisław Beksiński, un pintor, fotógrafo y escultor polaco que nació en Sanok el 24 de febrero de 1929 y falleció en Varsovia el 21 de febrero de 2005. Es contemporáneo a muchos de los artistas que hemos visto en clase, pero con una diferencia: su manera de pintar difiere mucho de lo común y de lo socialmente aceptado.
Beksiński era un hombre muy risueño, con un gran sentido del humor, sin embargo, su mundo interior estaba cargado de macabros y escabrosos motivos que, de alguna manera, el artista necesitaba exteriorizar y lo hizo mediante la pintura. Nunca llegó a tener ninguna formación artística porque inicialmente no quería lucrarse de su obra ni ser reconocido por ella, sino que simplemente lo utilizaba como una vía de escape de su sombrío pensamiento aunque, tras el profundo éxito que tuvo después de vender todas sus obras en una exposición celebrada en 1964 en Varsovia, decidió dedicarse plenamente a la pintura.
Estudió arquitectura en la Universidad de Cracovia, graduándose en 1952. Comenzó a trabajar de ello, pero no le fue de su agrado, por lo que terminó dejándolo al poco tiempo para centrarse en la fotografía. Es ahí también cuando comienza a pintar. Inicialmente, a principios de los 60 se dedica a representar paisajes y construcciones distópicas ciertamente abstractas, pero su estilo termina evolucionando a finales de década a lo que él mismo definió como realismo fantástico, donde representa ambientes surrealistas y postapocalípticos, muchas veces basado en sus propias pesadillas, donde eran recurrentes motivos tales como calaveras, cruces, árboles, escenas de muerte, putrefacción y figuras deformadas.
Su época del realismo fantástico, que abarca desde finales de los 60 hasta principios de los 80, es la más aclamada por la crítica, pues fue la que le dio el reconocimiento y la fama que a día de hoy sigue conservando. Tiene un total de 707 obras, y, curiosamente, ninguna de ellas tiene título porque Beksiński no quería coartar al espectador poniendo títulos que limitaran las posibles interpretaciones del cuadro, aunque también, porque él tampoco sabía muchas veces que significaban sus cuadros, él únicamente quería “fotografiar” de la manera más fiel posible muchos de sus terrores nocturnos. Es por ello, que a continuación seleccionaré alguna de las obras que más me llamen la atención y intentaré darle una interpretación.
Beksiński, Z. (1972) Untitled. |
La primera obra de la que me gustaría hablar es esta, de 1972, donde podemos ver a una persona caminando por un angosto valle donde multitud de figuras lo rodean y lo siguen a su paso. Primeramente, este cuadro hace referencia a la megalofobia: el miedo irracional a la inmensidad, a los objetos de gran tamaño. La persona es diminuta en relación con el resto de elementos de la imagen, lo que, desde mi punto de vista, podría simbolizar la pequeñez del ser humano en comparación con el universo. No obstante, a mí me gusta interpretarlo como la sensación de nimiedad que puedes llegar a experimentar cuando eres extremadamente inseguro. En este cuadro, la persona camina entre gigantes sobrios e inmóviles que parecen juzgarle; y es que, desde mi punto de vista, esta ilustración también puede ser interpretada como una cruda representación de la sociedad actual, donde las personas con una menor presencia, o un carácter menos fuerte, siempre acaban siendo juzgadas y, en ocasiones, pisoteadas y abatidas por las personas más grandes.
Beksiński, Z. (s. f) Untitled. |
Asimismo, debido a las fuertes tensiones y el conflicto armado entre Rusia y Ucrania, este cuadro me ha llamado muchísimo la atención porque, en mi opinión, simboliza la complejidad sentimental que llega a experimentar un soldado. Por una parte, puede simbolizar el vacío interior que supone el haber participado en una guerra y haber sobrevivido: el sobrevivir implica que has tenido que arrebatarle la vida a otro ser humano, y con ello, arrebatarle el futuro: todo lo que podría haber sido que ya no será. Esta ilustración puede llegar a representar en cierto modo la moralidad de las guerras: ¿Fue justo arrebatarle la vida por una causa política? ¿Tenía familia? ¿Acaso mi vida valía más que la suya…? Son cuestiones sin respuesta que acaban por consumir tu vitalidad, y, a pesar de haber sobrevivido y conservar la vida, mental y moralmente tu muerte llega ahí, porque esas interminables dudas y preguntas finalmente te acaban por destrozar anímicamente, así como poco a poco hacen que pierdas la razón e ilusión de haber sobrevivido: Sobreviví… ¿Pero a qué precio?
Asimismo, también puede simbolizar a su otra contraparte, al soldado cuya vida acaba abruptamente por motivos políticos superiores a él; cómo los soldados terminan por ser meros objetos para llegar a un fin cuyos medios se creen justificados.
En definitiva, Beksiński es un excelente autor, y a pesar de que sus obras puedan resultar perturbadoras o, ciertamente, grotescas y asquerosas, es un artista excelente con una imaginación y un estilo muy crudo. Es el vivo ejemplo de que el arte no es siempre bello, ni ha de serlo para poder ser considerado arte, sino que, en mi opinión, ha de transmitirte algo: una sensación, una lección… Y Beksiński consigue hacerlo a la perfección.
- Referencias bibliográficas:
Fernández Pérez, J. E. (2017). El terror psicológico: un estudio sobre el miedo.
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